Desde hace mucho tiempo siempre
he tenido ganas de hablar sobre esto.
Al principio siendo niña mantenía
la ilusión de conquistar un sueño, el cuál consistía en disfrutar corriendo,
dar lo máximo de mí, mejorarme a mí misma y correr tan rápido como mi cuerpo
pudiera llevarme.
Crecí, como muchos de mi
generación, alimentando mis ganas de entrenar viendo a mis ídolos por
televisión que se reforzaba con la ilusión que se desprendía de mi grupo de
entrenamiento. Al poco, ya no sólo los veía por televisión sino que aquellos
ídolos nacionales los tenía delante, en cada competición, cada fin de semana
podía compartir con ellos mi tiempo….aunque ellos, ni me miraban….aun así tardé
tiempo en realizarme la primera fotografía con uno de ellos (una mujer que por
entonces llenaba muchos segundos de mi espejo y del de muchas personas…) que
hasta hace relativamente poco guardaba con cariño.
Cuando quise darme cuenta de la
palabra mágica (DOPING) ya la había visto delante de mí. Procedía de los ojos
de muchas de las personas que aun compartiendo el mismo sueño que yo, querían
permanecer más tiempo despiertos y dejar de lado el tiempo necesario en su construcción.
Querían soñar sin dormir, acortar
el tiempo necesario entre las ganas de soñar y de hacer realidad el sueño,
querían engañar a su cuerpo que nunca había recuperado tanto, engañarse a sí
mismos que siempre habían confiado, engañar al tiempo que siempre había
esperado, a su cronómetro que jamás se había parado tan pronto, a sus
zapatillas que jamás habían corrido tan rápido, a sus compañeros a los que
jamás había ganado, a sus familias a las que jamás habían fallado.
Dobles ladrones: el dinero que
roban y jamás devuelven cuando compiten y el dinero que deja de entrar en el
atletismo por el daño que causan sus escándalos.
Lo he hablado en cien mil
ocasiones, al terminar las carreras, en sobremesas, en corrillos, en
entrenamientos, con personas cercanas, con rivales-compañeras que al igual que
yo, se “matan” a entrenar día tras día, cuidándose al máximo y dándolo todo
sabiendo también que nos enfrentamos a rivales que ya de salida no lo son.
Antes me daba pena, me preguntaba
qué sentirían cuando sus nombres llenan noticias en prensa o televisión tras un
escándalo de dopaje del que eran protagonistas, ¿sentirían orgullo? O si sería
igual que cuándo acaparaban los medios de comunicación por un triunfo ¿sentirían
asco de sí mismos en esos momentos? Ahora, me alegro enormemente cuando salen a
la luz redadas, casos u operaciones.
No sé cuántos acabarán de entrar
en el juego, pero al menos sé que cada vez que salen noticas de estas hay ladrones
de menos.
A mí, sólo me queda luchar por
una cosa que permanece intacta, MI SUEÑO.
SANCIÓN DE POR VIDA